Discurso diputada Gabriela Alegre- Sesión Especial -
24 de marzo de 2012
24 de marzo de 2012
Sra Presidenta: En
primer lugar, celebro que como Legislatura hoy estemos respondiendo a la
iniciativa de la Presidenta de la Nación, a través del Congreso Nacional, de
hacer sesiones especiales en homenaje a los 30.000 detenidos desaparecidos, en
el Día de la Memoria, Verdad y Justicia.
Me
parece que haber cumplido con esta iniciativa en una Legislatura integrada
mayoritariamente por un bloque de la oposición demuestra un piso de consenso
sobre las denuncias respecto de los crímenes del terrorismo de Estado y la
necesidad de memoria, verdad y justicia.
Este
consenso no se construyó solo, sino históricamente, por las denuncias y la
lucha de aquellos que durante la misma dictadura militar tuvieron el coraje de
contar lo que estaba pasando: las madres, las abuelas, los familiares, los
organismos de derechos humanos, los exiliados y los sobrevivientes. Todos ellos
vencieron el miedo y el terror, y pudieron alzar sus voces en aquel momento tan
terrible.
A
esta construcción se sumaron los hijos de detenidos desaparecidos. A los 20
años de aquel golpe terrible, cuando tuvieron la edad para organizarse, también
denunciaron a los autores de crímenes con sus escraches y generaron la
necesidad de seguir reclamando justicia en nuestra sociedad.
Sin embargo,
esta tarea de los organismos de derechos humanos, de algunos partidos políticos
y de algunos sectores de nuestra sociedad no podría haber tenido el consenso
que hoy tiene si no hubiera habido, desde el Estado y desde el gobierno,
alguien que tomara esta cuestión como una política de Estado. Esta persona fue
Néstor Kirchner, y lo digo con todo orgullo.
A partir del 25
de mayo de 2003 hubo un Estado Nacional que tomó la política de derechos
humanos como política de Estado. Esto se consagró con la anulación que realizó
el Congreso de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final –ratificada por la
Corte Suprema de Justicia– y también con la recuperación de la ESMA por Néstor
Kirchner el 24 de marzo de 2004, cuando él pidió perdón por parte del Estado
argentino por los crímenes que se habían cometido. En esa oportunidad, también
conocimos públicamente a Juan Cabandié.
Hablamos de
consensos construidos, pero la dictadura también tuvo consensos. Aquel golpe
militar de 1976 no fue realizado por un grupo de militares locos y perversos
que, en soledad, pergeñaron un plan de aniquilamiento de una parte de nuestra
sociedad. En nuestro país hubo grupos económicos que fueron parte y cómplices,
y que pergeñaron con la Junta Militar y otros grupos de poder de nuestra
sociedad estos terribles crímenes.
Ese consenso se
construyó porque los grupos económicos necesitaban un plan para beneficiarse.
Ese plan neoliberal que sufrimos durante tantos años, tuvo su punto culminante
en los años '90, terminó en la crisis de 2001 y todavía hoy sufrimos sus
consecuencias. Esos grupos económicos todavía no han sido juzgados. Sólo en
algunos casos están pudiendo verse sus complicidades en el ámbito de la
justicia.
Sobre
todo, quiero resaltar lo que significó la utilización de los medios de
comunicación concentrados que respondían a los intereses de esos grupos
económicos y que hicieron que en nuestra sociedad se construyese dicho
consenso. Fueron ellos los que hicieron posible la mentira y el silencio sobre
los crímenes que se estaban cometiendo y que nadie pudiera alzar la voz; más allá de aquellas personas afectadas que ya nombré.
Esta sesión es para homenajear a los 30.000
compañeros detenidos desaparecidos. La mayoría de ellos eran jóvenes que
querían modificar esta sociedad, transformarla para lograr un mundo mucho más
justo e igualitario.
Hoy
en día, también hay jóvenes que reclaman por mayor justicia, que se comprometen
por la transformación, que tienen un compromiso militante. Hoy en día algunos medios de comunicación
intentan atacar a esos jóvenes. Esos
medios de comunicación representan a los grupos de poder que tienen
miedo de perder los privilegios que la dictadura militar les consagró. Esos medios de comunicación actualmente atentan
contra los jóvenes porque tienen miedo a las transformaciones. Y los jóvenes
comprometidos, los militantes, no sólo de nuestro partido, no sólo de nuestra
fuerza política; esa juventud comprometida y militante, son los únicos que van
a garantizar un mundo más justo y el “Nunca más” que todos reclamos en esta
sesión.
Señora presidenta: los
derechos humanos son una lucha que no termina, que va a existir mientras haya
una necesidad de nuestro pueblo. Nosotros, como pueblo argentino tenemos un
privilegio: contamos con las Madres y Abuelas que nos mostraron el camino de
dignidad que hay que seguir.
Como bloque tenemos el ejemplo y el recuerdo
permanente –hablo por todos nosotros– de nuestros familiares, compañeros,
amores, y amigos que perdimos y que nos arrebató terrible y sangrientamente la
dictadura militar.
Muchas
gracias. (Aplausos).